miércoles, 9 de abril de 2014

PU-239 Steven Zapata Arias



La codicia de la mayoría de políticos de turno es tan grande, que muchas veces no les permite ver el daño que le causa a la población que “representa”.
En 1979 el Gobierno de Julio César Turbay le dio una concesión a las compañías Conicol S.A y Billington Overseas Ltda., para la extracción de metales a cielo abierto en el Cerro Matoso,  el cual se encuentra cerca al municipio de Montelíbano (Córdoba). Aquellas tierras que comprenden el Alto San Jorge, han sido habitadas desde hace cinco siglos por los indígenas del pueblo Zenú y luego por campesinos mestizos los cuales vivían de sus cosechas de maíz, arroz, ñame, yuca y una gran variedad de siembras frutales. Con la llegada de estas multinacionales al lugar, se presentaron las incomodidades para los indígenas, contaminación auditiva con las explosiones en la montaña y la maquinaria pesada trabajando, problemas respiratorios por culpa del polvo que generan estos procesos, la emanación de partículas toxicas con la extracción del níquel y la intoxicación de sus ríos. Por si fuera poco, si la vida de los indígenas se ve afectada, el presente de un centenar de trabajadores de la compañía ya está echado: cáncer, perforaciones de tabique, dermatitis severa, sordera, asma, trastornos de columna y enfermedades citogenéticas están matando a la gente.
La multinacional siempre ha negado los impactos ambientales y físicos que ha causado la explotación de Níquel en Córdoba. Incluso, según lo relata el abogado Javier De La Hoz, hace un año las dos partes (los habitantes y la multinacional) se sentaron para promover un estudio ambiental en la zona. La propia compañía fue la que propuso a la Universidad del Norte para  realizar los análisis, pero cuando los investigadores enviaron el proyecto de cómo iban a realizar el procedimiento, Cerro Matoso S. A. no avaló el proyecto ni se volvió a sentar con los habitantes. Todo indica que la compañía minera avala sus pruebas ante el Ministerio del Medio Ambiente enviando resultados que dicen que el aire de Montelíbano contiene 10 micras de contaminación del metal, lo que los salva en Colombia, pero niegan someterse a exámenes más estrictos avalados internacionalmente los cuales tan solo permiten que el aire contenga apenas dos micras de material particulado.
En la película “Pu-239” podemos ver una situación similar, Timofey, el actor principal,  es un trabajador de una planta de energía nuclear en la Rusia postsoviética de 1995. Después de haber estado expuesto a una dosis letal de radiación mientras intentaba evitar una catástrofe en la planta, Timofey se entera de que las autoridades le mintieron sobre el tiempo durante el cual estuvo expuesto y que le quedan sólo algunos días de vida. A las autoridades de la planta, así como a las de Cerro matoso y al ministerio del medio ambiente pareciera que solo les interesara la generación de utilidades y la protección del buen nombre de su empresa, continuando con esta cultura del intercambio de favores y del hacer la vista gorda por un poco de dinero.



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